Diego de Silva y Velázquez

Biografía

Autorretrato Diego de Silva y Velázquez

Diego de Silva y Velázquez, pintor español y considerado la personalidad artística más destacada de su tiempo, nació en Sevilla en 1599. De madre sevillana y padre de origen portugués, comenzó su trayectoria muy joven y recibió la mayor influencia, no sólo pictórica sino además cultural y literaria, de manos de Francisco Pacheco, pintor de estilo manierista. Con sólo dieciocho años se convierte e un pintor independiente tras examinarse en el gremio de pintores de su ciudad natal.

En su primera etapa que trascurre desde 1618 hasta 1623, Velázquez realiza algunas obras religiosas y escenas costumbristas en las que desarrolla la técnica del claroscuro y donde aparece la gran influencia del naturalismo de Caravaggio. La capacidad de convertir las escenas religiosas en algo cercano y realista, constituye una característica importante que legó a otros artistas de su tiempo.

En 1623, es nombrado pintor de la corte donde comienza así una carrera cortesana en la cual recibió varios títulos como Ujier de cámara y caballero de la Orden de Santiago. Durante esta época realiza numerosos retratos de la familia real en los cuales consigue gran realismo y sobriedad con el empleo de la luz.

Durante sus dos viajes a Italia, uno en 1629 y otro en 1648, Velázquez consigue transformar su estilo pictórico, dotándolo con una nueva luz y colores más vivos llegando a conseguir la perspectiva aérea.

En la etapa final de su pintura es cuando alcanza su mayor desarrollo y donde realiza sus obras maestras. Muere en Madrid en agosto de 1660 tras una larga enfermedad.

 

Obra

Velázquez

Velázquez conservó el tenebrismo y realismo pero no tuvo mucha afición por las figuras mitológicas ni por perfilar los contornos humanos. Lo importante para el pintor no era asombrar por su capacidad de reproducir lo que veía, sino demostrar hasta dónde podía llegar con su pintura.

Por su deslumbrante variedad de pinceladas y una sutil armonía de colores, logró efectos de forma, textura, luminosidad y atmósfera que lo convirtieron en un precedente del impresionismo.

Durante los posteriores siglos XVIII, XIX y XX, fueron muchos los artistas que se inspiraron en la pintura de Velázquez para elaborar algunas de sus propuestas más destacadas como Francisco de Goya, Edouard Manet, Auguste Renoir, Claude Monet o Pablo Picasso.

Ver colección

Las meninas

Fue pintado en 1656 y tiene como tema el retrato de la infanta Margarita, hija de Felipe IV, rodeada de su servicio y familia en una sala del Alcázar de Madrid. Este cuadro es considerado una de las cumbres de la pintura universal, muy imitado posteriormente y admirado por todos. Fue muy destacado porque el propio autor se representa a sí mismo pintando la obra para afirmar la supremacía del arte de la pintura. Además el conjunto de perspectivas consigue un efecto atmosférico dando lugar a un juego espacial de extraordinaria complejidad.

Velazquez.

La rendición de Breda

Obra sobre el episodio histórico sucedido en Breda (Holanda) en 1625, cuando los holandeses son derrotados por los tercios españoles y éstos tomaron la mencionada ciudad. Finalmente acabaría con la derrota de España y la independencia de los Países Bajos. Fue pintada en 1634 para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro y, en ella, Velázquez consigue un realismo impresionante huyendo de los convencionalismos donde el tema bélico es tratado con mucha sensibilidad destacando la clemencia y la compasión hacia el vencido.

Velazquez.

Los borrachos

Obra pintada para Felipe IV en 1629. En ella se desprende el carácter mitológico y el aire divertido al representar a Baco como dios que obsequia al hombre con el vino para liberarle, en cierto modo, de los problemas cotidianos. Consigue introducir un aspecto profano a un asunto mitológico, mezclando una escena tabernaria con el Dios del vino.

Velazquez.